viernes, 17 de febrero de 2012

XII-El Espejo de la Rebotica


            SEGUNDA PARTE





      XII

      

                     EL ESPEJO DE LA REBOTICA


                                                                            A MI PADRE, que nos llevo a la torre de la iglesia,  para admirar  la gigantesca caña de bambú, que se usaba para limpiar las telarañas  de la bóveda, con la que  Francisco el anciano sacristán,  había pescado la ballena, de cuyo vientre rescató al profeta  Jonás.



 
   Aquella noche volvía a haber tormenta y se fue la luz. Había quedado solo para  cerrar la Farmacia.  En el espejo se reflejaba la tenue luz de mi linterna, que sorprendentemente resplandecia en toda la Rebotica.
  Tal intensidad me hizo recordar, lo que nos había contado D. Manuel, de la noche, que también  le había sorprendido una gran tormenta, sin luz, bajo la tenue iluminación de una vela, que destellaba sobre el espejo, mientras fuera retumbaban los truenos. Nos había dicho, a  Gumersindo y a mí, que entonces había adivinado, en el fondo del espejo, unas brillantes esferas de colores,  que centelleaban y se entrecruzaban hasta los bordes,  como si quisieran salir despedidas. Mezclados quizá, con los acúfenos, de su deteriorado oído izquierdo, habia creido percibir,  como un susurro, en un lenguaje ininteligible, seguido de una fascinante musica, que le hizo caer un profundo sopor, hasta que sin querer, se removió en su butaca y bruscamente despertó de su aparente ensueño.
   Nunca habíamos tenido duda, de que nuestro espejo, procedente de Haiti, encerraba algún enigma. Seguramente, no solo servia para reflejar nuestra imagen, sino que  ocultaba grandes misterios.  No me sorprendería que fuese un mediador, que como los fetiches del vudú, permitiría contactar con “loas”, que nos acercarían a  la divinidad del Bondye, que había  tratado de proteger a los esclavos, en su lucha contra  los blancos.
  Sabia, que D. Manuel no estaría muy de acuerdo con mis teorías, que había sacado de un libro de la Biblioteca, por eso, solo se lo insinué como fantasías mías, aunque estaba seguro de que eran una realidad, y que llegado un día, podría demostrárselo.
  A partir de ese momento, pasaba mucho de mi tiempo libre, observando y tratando de analizar todos los reflejos que salían del espejo, con la esperanza de obtener algún resultado.
  No comentamos  nada de eso con los otros tertulianos. Solamente D. Manuel y Sindo supieron  lo ocurrido, y siempre que salía algún tema sobre el espejo, hacíamos por sacarle importancia.
   Sin embargo, a partir de ese día, cualquier observador notaria, que también ellos, espiaban el espejo, con expectación, esperando alguna sorpresa.
   Avanzaba el invierno, se anunció un nuevo temporal.  A los tres nos tardaba en llegar esa noche. Era una tarde de frío y la mayor parte de los amigos se fueron despidiendo temprano. Ya  se marchaban los últimos, cuando Sindo se acordó de que necesita, que le preparasen un ungüento, que D. Manuel debía de supervisar.
 Así que nos quedamos, solo los tres, en la Farmacia. Cerramos la puerta, y  tras preparar la pomada, acudimos, en silencio, expectantes, ante el espejo.
 Arreciaba el temporal, y como era muy habitual en estos casos, se fue la luz. Con la tenue iluminación de una vela, los relámpagos y las exhalaciones iluminaban el local. El espejo reverberaba. Pronto se llenó de destellos y luces brillantes,  que reflejaban los frascos multicolores de las estanterías. Se adivinaban formas fantasmagóricas, y  nos sorprendió la aparición en el espejo de reflejos brillantes como si fuesen esferas danzarinas de distintos tamaños, que se movían a  ritmo cadencioso, emergiendo del plateado  azogue, desde el fondo.
 Fue una visión sorprendente, que nos tuvo absortos, durante mucho tiempo.
   Cuando volvió la luz, era ya tarde y nos sentimos cansados. Sin ganas de hacer comentarios, nos despedimos atónitos, hasta el día siguiente.
  Lo que habíamos  vivido la pasada noche: el reflejo sobre el espejo, de la espectacular tormenta, nos había dejado ensimismados.
    Sin embargo, la mayor sorpresa llegaría  al día siguiente.
   En la tertulia de la tarde, que se hablo de política, los tres permanecimos callados, esperando que todos se fueran, para poder comentar  nuestra ultima experiencia.
   Al quedar solos, coincidíamos en que el acontecimiento vivido la pasada noche, había sido fantástico y  maravilloso.
  Arropados en la mesa camilla, fue D. Manuel quien abrió fuego, describiendo aquella sucesión de luces entrelazadas, formando rizos y elevándose en espirales de múltiples  colores, recordando las  Auroras boreales o australes, entre elegantes figuras carnavalescas, dignas de los disfraces venecianos, todo ello acompañado de una sensación de musical, como si de un concierto de cámara se tratase.
   Yo quedé sorprendido, con tan bella descripción, que atribuí a los conocimientos e imaginación de D. Manuel, más que a la realidad vivida. Por eso  y me limité a opinar, que había quedado deslumbrado por las esferas danzarinas,  diciendo que había sido un espectáculo, aun mas bello, que aquellos fuegos  artificiales, con que tanto había disfrutado, a los 7 años, el día de la fiesta mayor en mi pueblo.
  Gumersindo,  que parecía  sorprendido al escucharnos, se apresuro a contestar con contundencia, que no me había enterado de nada; y que D. Manuel, se habría quedado dormido, pues él había vivido una experiencia totalmente distinta de la que describiéramos.
  -No había sido una dulce melodía, lo que acompañaba al espectáculo de la pasada noche; había sido, por lo menos, música de Wagner, lo que retumbara entre los truenos. La dulce aurora polar de la que hablaba D. Manuel, era muy poca cosa,  para describir las cascadas de luces policromadas que brotaban del fondo espejo, invadiendo la Rebotica, entre las que creía adivinar, figuras resplandecientes de dioses mitológicos, elevándose sobre mares embravecidos y luminosas llanuras multicolores.
  -¡No es posible!- me apresure a decir- las figuras mitológicas me hubieran asustado. Yo no he visto tal cosa. Fue un espectáculo deslumbrante, pero nada más.
   Los tres nos quedamos callados, meditabundos,  y perplejos.
   Cada uno había descripto algo totalmente diferente.
   Pasó un buen rato hasta que, D. Manuel, sin ocultar su sorpresa, rompiendo el silencio desconcertante, en que habíamos caído, comento:
  -Ya sabéis que a mi  no me gusta discutir, y aunque el tema se prestaría para ello; con serenidad, voy a tratar de que encontremos una explicación.
  Empezaré por daros la razón a los dos, aceptando, por supuesto, la descripción de cada uno.
  De cualquier modo, mis palabras os podrán parecer  fantásticas e inverosímiles, casi increíbles.
   Y es, porque, seguramente, la experiencia que  ayer vivimos, se escapa a las reglas, con las que habitualmente, nos manejamos en La Tierra.
   Sin embargo, no creo que lo ocurrido tenga nada que ver con el vudu, las doctrinas sincreticas, la magia, ni con un potencial misterioso, que pudiera tener el espejo en si mismo, que tanto le gusta  pensar a Moncho.
 Creo que se trata de algo más realista, pero fantástico también, que va mas allá y  seria muchísimo  mas importante, pero que está fuera del terreno de la magia o de la hechicería.
   Quisiera  imaginar, que  hubiese sido posible, que a nuestro espejo de la Rebotica, hubiera llegado una comunicación o un mensaje, desde algún lugar muy lejano, hoy por hoy, difícil de concebir.
      En ese caso, el cerebro humano, con un potencial  muchos mayor del que utilizamos normalmente, habría sido capaz de transformar el mensaje recibido, “traduciéndolo” cada uno de nosotros, a su idioma personal.
   -Efectivamente,- interviene apresurado  e ilusionado Gumersindo, -Son probablemente  mensajes  “cifrados”, enviados desde otros mundos, a través de  este maravilloso espejo “mágico”, que  captamos a por medio del sistemas sensorial, de forma que nuestro cerebro,  procesa y construye a su modo, el mismo estímulo recibido; de ahí la diferencia, de lo que cada uno cree percibir. ¡Es fantástico!. 
  -En ese caso, al final, cada uno de nosotros elaboró o construyó un “mensaje positivo”; lo que significa, que se trataría de una comunicación, enviada por un “mensajero amistoso”.
  -Por supuesto, se trataría del mismo mensaje positivo y amistoso, que los tres recibimos, para que a cada uno  le produjera una misma sensación,  grata y fascinante, según su forma de ser.
  -No hay duda de que “alguien”  se ha querido  comunicar  con nosotros.
  -Además tiene que tratarse de un “ser” desarrollado, muy adelantado, superior, que fuese consciente de que la comunicación veraz, no es la que  traduciríamos literalmente, sino la que cada uno ”construiríamos” interiormente, y que nos pondría en un estado de animo similar.
  Se nos había hecho muy tarde, tardísimo. Así que, apresuradamente, nos despedimos, para cada un recapacitar profundamente, sobre lo sucedido.    
  Seguramente, esa noche descansaríamos muy poco. Era sábado y el domingo, volveríamos a reunirnos,   los tres solos en la Rebotica.
 Así fue. Al día siguiente madrugamos.  Gumersindo aparentemente ansioso, estaba impaciente por empezar a  hablar. Se le veía emocionado. Convencido de que los extraterrestres se habían comunicado con nosotros.
  Sin preámbulos empezó: -Son extraterrestres, no hay duda; pero nuestra comunicación no  puede venir de Marte, ya viejo conocido, en donde solo quedan algunos canales, fruto de la civilización, que seguramente, se autodestruyó y exterminó, en luchas internas por la hegemonía de un grupo, una especia, una raza o incluso un sexo.
 Tuvo  que ser una transmisión desde de mucho mas lejos.  ¿Desde  donde nos estarán espiando?.  ¿Quizás a una distancia inverosímil?. ¿Quién sabe, si a miles de millones de kilómetros de distancia?. En  donde una civilización muy evolucionada, nos haya hecho llegar esta forma de comunicación, a través del espejo, para conocernos y estudiarnos,… o invadirnos.
 Pero, ¿se habrían dado cuenta de que, reflejando su  radiación  sobre el espejo, también nosotros podríamos espiarlos?,  -espetó Gumersindo,- de modo que sabríamos, como eran hace millones de años, cuando se conectaron y nos enviaron su radiación, o como son ahora, bastaría con invertir el sentido de la comunicación. ¿Cómo podríamos conseguirlo?.  Quizá nosotros no lo lograremos, pero queda abierta una puerta esa posibilidad-.
 Para Gumersindo, todo esto había sido la confirmación, de la existencia de otros seres en el universo, y se aproximaba el momento de conseguir, en un futuro no lejano, un intercambio de información, por medio de una comunicación estable.
  Pasaron los días y aunque los tres nos mantuvimos una larga temporada expectantes, poco a poco fuimos perdiendo las esperanzas de volver a tener nuevas contactos, debiendo de conformarnos, lo que no era poco, con la certeza de la existencia de otros seres, muy adelantados en el Universo.
  Yo, sin embargo, mantenía cierta esperanza de que  nuestro viejo espejo mágico nos reservaria alguna sorpresa mayor. ¿Estaria en lo cierto?.
     Una tarde soleada de primavera, que me había quedado trabajo pendiente, llegue a la Rebotica, mucho mas temprano de lo habitual. Como siempre, miré con  curiosidad el espejo. Me vi reflejado, pero al alejarme me quedé desconcertado  al apreciar  que en lugar de apartarme del espejo , sentí como  que yo era el que penetraba en él.  Poco a poco me iba haciendo cada vez más diminuto, entrando hasta el fondo. Fuera, quedaba mi reflejo que se alejaba; parecía, como si yo accediese a un nuevo mundo extraordinario.
   Me sentía como en un ensueño, y aunque sobrecogido sorprendentemente feliz, rodeado de esferas y pompas  multicolores, de distintos tamaños y formas, que danzaban a mi alrededor. Yo mismo, flotaba en  medio de una ciudad de fantasía, con extraños edificios, torres en espiral, que cambiaban espontáneamente de forma y color; todo en un ambiente maravilloso  que me embargaba, con la sensación de que el tiempo  no corriese. Algunas esferas, que flotaban, al chocar con el suelo, producían nuevas esferitas, que crecían, rodando y girando entre sus hermanas, para luego ahuecarse perdiendo su masa interior y empezar a flotar, elevándose en movimientos suaves y armónicos,  dificiles de  interpretar , que seguramente tendrian algun significado que por el momento no era capaz de entender.
  Inesperadamente una pequeña burbuja azul claro se me acercó y girando a mi alrededor quiso hacer como de mensajera, y empezo a querer comunicarse conmigo en una especie de lenguaje que no conocia, pero que de modo increible comprendia perfectamente.  Trato de tranquilizarme y me prometia que me mantendria informado sobre todo lo que pudiese observar. Me explicó que formaba parte de una civilizacion  nacida  bajo la influencia de una estrella, situada  a millones de kilometros, que conocemos en La Tierra con el nombre de GLIESE 581. Habitan los planetas (b, c, d, e,  etc.) que giran a su alrededor, habiendo alcanzardo  un desarrollo tal que han tenido la posibilidad de comunicarse con nosostros.
   Me informó que hacía 20 millones de años luz, sus abuelos habían  tendieron puentes  bioeléctricos de comunicación, para tratar de conocer el Universo. Habian conectado con Marte en el que observaron a sus habitantes, ya extinguidos, y ahora en La Tierra descubrieron nuestra civilización  de la que esperaban, ahora que nos conocían, que si seguíamos una trayectoria   parecida a la suya, evitando enfrentamientos estúpidos y  egoísmos individuales,  podríamos llegar a la situación de supervivencia permanente,   por ellos alcanzada.
  En aquel entorno deslumbrante podia ver como las  esferas mayores se contraian  y transformaban hasta convertirse  en puntos luminosos, libres en el espacio, y eternos en el tiempo. 
  Yo mismo me sentía como  una esfera libre y perfecta. No  tenia sensación de pasado, ni de que esperase la llegada del futuro. Todo era presente, un presente permanente, que no pasaba, era como la eternidad. ¿Existiria la eternidad? 
  Inesperadamente quedo interrumpido mi “sueño”. La mano de D. Manuel posada sobre mi hombro, me hizo volver a la realidad de la  Farmacia, y  me tuve que convencer de que yo no habia alcanzado la eternidad.
-Te habías dormido. ¿La verbena de ayer, debió de dejarte muy cansado?. Es hora de  empezar el trabajo.
  Me quedé desconcertado.
 Mas tarde, tuve tiempo de  reflexionar.    Fuera o no verdad lo que me había ocurrido, era un buen mensaje para la humanidad.
 ¿Seria posible que si seguíamos evolucionando normalmente y nos liberáramos de egoísmos, ambiciones, y del apego a lo  material, podríamos llegar a alcanzar la felicidad, convirtiéndonos en puntos libres en el espacio  por toda la eternidad?. 
  Aquella noche dormí profundamente, satisfecho de haber sido “escogido” y sin perder la esperanza de tener nuevos contactos.
 Algún día, se lo contaría a D. Manuel, como si hubiera sido un sueño, pero a D. Gumersindo  el arquitecto, que no sabe estar callado, nunca  le diré nada, pues no querria que lo volvieran a llevar al manicomio, y que se fuera a tener que   pasar allí, el resto de su vida.           


                                      JOTAPE