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Un mes después, tras las entrevistas y reconocimientos pertinentes, D. Gumersindo Valdés fue aceptado para comenzar su formación y poder llegar a realizar las primeras observaciones astronómicas.
En Diciembre, iniciaría el curso de preparación en las instalaciones del Centro de Investigación, de la Sociedad Geográfica Hispano-Americana Francisco Hernández de Toledo, en las inmediaciones del Pico María en Almería.
-¿Por que instalaron en Almería un Observatorio astronómico?- le pregunto.
-No lo se muy bien; pero hace unos siete años cuando el Prof. Rubén Bahamonde renunció a la docencia en su cátedra, para dedicarse a la investigación, busco un lugar tranquilo con poca contaminación lumínica para montar su Observatorio, y entre varias opciones que barajó se decidió por Almería. Quizá también lo hizo por su proximidad al mar, que siempre le atrajo, desde aquellos veranos de vacaciones en Galicia. Éramos entonces un magnifico grupo de jóvenes que pescábamos, navegábamos, buceábamos, explorábamos castros, coleccionábamos insectos, o fabricábamos explosivos con los restos de los cohetes de las fiestas del pueblo y las pastillas de clorato, que “carraspeando” conseguíamos en la Farmacia de D. Juan,- explica Sindo.
Comenzó la instalación con un pequeño telescopio de transito meridiano y un simple ordenador para procesar los datos;entonces hubo de limitarse a observar y estudiar los cuerpos celestes más próximos.
Así centró su atención en nuestro vecino Marte, sospechando que habría tenido una evolución parecida a la que algún día seguiría la Tierra.
Sus minuciosos estudios sobre los asteroides capturados por la gravedad de la Tierra, como el YN107 y el GU9, así como sus trabajos sobre los satélites de Marte: Fobos y Deimos, y el análisis de los Asteroides troyanos en los puntos de Lagrange, no tardaron en ser valorados en otros países. Interesados por sus investigaciones pronto incluyeron su modesto Observatorio en la Red Astronómica Internacional.
Gracias a ello, tuvo la posibilidad de contar con nuevas ayudas, que le permitieron modernizar su instalación y adquirir un magnifico Radiotelescopio.
Mientras que con su primitivo telescopio, solo podía recibir los estímulos producidos por las ondas de luz, con el Radiotelescopio y su gran antena parabólica, estuvo ya en condiciones de captar las ondas de radiofrecuencia del espectro electromagnético y ampliar su capacidad de observación del Universo; lo que le abrió las puertas a investigaciones mas complejas y de cuerpo celestas mas distantes.
Tuvo ocasión de atraer y formar un buen equipo de jóvenes investigadores, lo que le permitió entrar a formar parte de los programas internacionales mas complejos de observación y análisis del firmamento y a recibir información permanente de los telescopios espaciales, en orbita alrededor de la tierra, como el Hubble (HST).
Con todos estos avances, el Centro de Observación y Estudio Francisco Hernández de Toledo, había llegado a alcanzar categoría internacional, gracias al tesón y bien hacer, del excelente grupo científico reunido.
El haber sido incluido en el programa, le iba permitir al D. Gumersindo Valdés conocer un gran Equipo de investigación y tener la posibilidad de llegar a observar alguna parte del Universo planetario y concretamente a Marte, que desde siempre tanto interés le había despertado.
Ignoraba que gracias al progreso alcanzado por la tecnología, iba a lograr mucho más que una simple observación, ya que con las últimas investigaciones se pretendía llegar a conocer, no solo el presente, sino la historia del planeta rojo.
Como si de una exploración se tratase, se intentaría resucitar en una experiencia integral, todo el realismo de un viaje, pudiendo de algún modo, conseguir “revivir” el pasado de Marte.
El Centro de investigación contaba con grandes instalaciones de Laboratorios, Biblioteca, Despachos, Áreas de investigación, Servicios de mantenimiento y Planetario, para culminar en lo mas sofisticado y fantástico:”El Túnel del Tiempo”. Estaba constituido por la Sala de Dirección y el Modulo de Observación, que disponía de ocho Cabinas de aislamiento, de planta circular con cúpulas semiesféricas, en donde los “visionautas”, acomodados en confortables butacas, deberían de permanecer unas 6 u 8 horas, para cada observación. Controlados desde la inmediata Sala de Dirección, (El Puente de mando), dos gigantescas pantallas murales, permitían seguir al detalle todas las incidencias de la observación y dirigir toda la exploración. Astrónomos, ingenieros, médicos y diversos especialistas controlaban, por un lado todos los resultados y por otro el estado de los visionautas, para que se sintiesen sumergidos en la exploración, “viviendo la realidad de un viaje”.
Al Dr. Valdés le habían asignado de 16 de Diciembre, para realizar la primera observación.
Nos despedimos emocionados, con el compromiso de que nos encontraríamos a su regreso.
Por fin, llegó y pasó el día señalado; pero no recibí noticias.
Albergaba la esperanza de que en 10 o 15 días, se pondría en contacto conmigo. Contaba los días con impaciencia, tachándolos en el calendario, como un prisionero que esperase la luz de su liberación; pero la comunicación no llegaba. Transcurrió un mes y luego dos. En ningún periódico se decía nada, de ningún descubrimiento o exploración. Como siempre, solo se hablaba de futbol, política y corrupción; la ciencia no parecía interesar. Además se trata de programas semisecretos, rondando lo fantastico o la ciencia ficción, que seguramente no se querrían divulgar.
Acabando Febrero recibí el esperado mensaje de D. Gumersindo. Decía que se encontraba muy bien; regresaba y me citaba para el próximo sábado en su casa. Tenía muchas cosas que contarme.
Fue muy emocionante el encuentro. Nos abrazamos con profundo afecto. Lo encontraba cambiado. Estaba mucho mas delgado y se le veía con deseos de hablar y contármelo todo; pero parecía que media sus palabras, con una parsimonia que no le era habitual, como si tuviese la menta ofuscada; seguramente la tenía bloqueada con tanta información, que querría ir desgranado poco a poco, para relatarme su experiencia, de la forma mas ordenada posible.
Empezó por explicarme, que la víspera al día de la observación, trató de relajarse y dormir profundamente, para estar en las mejores condiciones. Aquella mañana no tuvieron que despertarlo, y se sintió despejado y dispuesto para iniciar todo el “ritual”, que tantas veces había ensayado, en los días de preparación.
-Llegué a la cabina del modulo de observación acompañado del equipo de técnicos e instructores. Me ayudaron a enfundarme en la indumentaria de “supervivencia”:era un fino traje, casi imperceptible, que resultaba muy confortable, confeccionado con modernos polímeros sintéticos, y dotado de infinidad de senso-estimuladores, incrustados en el tejido, necesarios para poder controlar el funcionalismo corporal y las constantes biológicas del organismo, y así poder suministrar los alimentos e incluso los medicamentos que pudiera necesitar, en forma de aerosoles. Todos aquellos sensores servían ademas, para transmitir al observador, no solo las imágenes y sonidos, procedentes del lugar que estuviese “explorando”, sino también: olores, sabores y todo tipo de estímulos sesorio-perceptívos a través de su piel, que le permitirían percibir y sentir en su cuerpo, con total nitidez, todo lo que estaba ocurriendo, como si de una realidad presente se tratase, y viviese en tiempo real, ese pasado que estaba observando.
-Tuvo que ser extraordinario lo que me cuentas; parece de ciencia ficción,- le interrumpí.
-Realmente era tan perfecta la preparación, y ha progresado tanto la tecnología, que me sentí, a lo largo de toda la observación, como si efectivamente hubiera sido “transportado al pasado”. Llegando a observar y vivir como presente, todo lo ocurrido en Marte, hace unos 500 millones de años, cuando en la Era geológica Amazónica, el planeta Marte tenía más de 3000 millones de años de existencia, y un clima parecido al que actualmente disfrutamos en la Tierra.
Estaba tan deseoso de contarme aquella experiencia, que dejó para otro momento las explicaciones tecnológicas, e incluso otras características del Centro de Observación, poder centrarse en lo extraordinario que había sido, todo lo que había llegado a conocer en nuestro vecino planeta.
Como sabes, fue el día 16 de Diciembre, cuando de madrugada, aun en penumbra, una vez situado en el modulo de observación, la cúpula se fue iluminando lentamente, para aparecer, como en un planetario, la bóveda celeste.
Pronto pude identificar el planeta rojo, al que parecía irme aproximando, hasta apreciarlo con total nitidez y detalle.
Desde el modulo de Dirección, dirigían mi observación hacia la zona meridional, alejándome del hemisferio norte, y su extensa y profunda llanura, sin poder por ello, llegar a observar, en esta ocasión, el complejo volcánico Tharsis, ni el impresionante monte Olimpo. Me aproximaban hacia una altiplanicie del sur, entre cráteres parecidos a los de la Luna.
Iluminado por un sol mortecino y lejano, pude divisar una red de intrincados canales. A lo lejos, en todo lo que abarcaba la vista, había infinidad montículos, unos redondeados, pero otros mas elevados de cumbres aguzadas, que se elevaban hacia el cielo. Ni una señal de movimiento, ni de vida. A mi izquierda, destacaba una profunda y ancha hondonada, en la que serpenteaba lo que pudiera ser un cauce fluvial, semioculto tras la feraz vegetación de sus orillas. Al fondo, destacaba la cúspide truncada de una montaña volcánica, que ocasionalmente desprendía explosivas nubes de un humo grisáceo. Era lo único que interrumpía el silencio y vacío que allí había.
No puedo ocultarte que, en mi aparente soledad, empecé a sentir una sensación de abandonado, llegando por momentos a invadirme una angustia casi aterradora, como si fuese llegar a ser victima de los misterios que pudiera encerrar aquel nuevo mundo.
(Continuarán los Capítulos 3º y 4º)