martes, 26 de junio de 2012

XVII-Las Voces del Pasado. (TRILOGIA : II)

 
   

   TRILOGIA (II)


                                     XVII
                     LAS  VOCES  DEL  PASADO

       
     Continúan las fiestas en Villanueva, y desde mi casa, disfruto con el  resplandor de de los cohetes  de colores. No puedo dejar de pensar, en las informaciones de Gumersindo, sobre la posibilidad de llegar a ver las imágenes reales del pasado, con un sofisticado telescopio, en el que venia  trabajando.
     Por otra parte, seguía apreciando,  como los sonidos de los cohetes, tardaban en llegar, casi cinco segundos después de haberse visto la luz de la fulguración. Se debía, a que nuestra casa estaba situada como a un kilómetro del pueblo. Es una distancia que conozco muy bien, incluso en el número de pasos, porque suelo dar la caminata varias veces al día, a la ida y vuelta al trabajo, y de niño cuando iba al colegio.
Si viviéramos mucho más lejos, o me pudiera alejar en lancha hasta la línea del horizonte, se retrasaría, aun más, el estampido de los cohetes.   
  Esto me hacia pensar, que desde mas lejos, podría llegar a percibir sonidos mucho más antiguos, si fueran suficientemente intensos.
  En mi fantasía, influenciado por Sindo, consideraba la posibilidad de que incluso  podría oír las palabras, de lo que se había dicho,  días o meses antes, si con algún dispositivo lográsemos incrementar la potencia de las mismas.
  Como a pesar de los festejos, me esperaba el trabajo,  pues las enfermedades no saben de fiestas, me encaminé a la Botica, con la oculta esperanza, de que nos visitase Gumersindo al final de la tarde, y tuviese ocasión de que me siguiese exponiendo sus fabulosas teorías.
Recuerdo  que aquel día, se hablo de todo un poco, en la Rebotica, y como no podía ser de otra forma, se criticó a la Comisión de fiestas; pero todos estuvimos de acuerdo, en alabar la espectacularidad  de los fuegos artificiales.  Yo pretendí insinuar algo sobre la velocidad de la luz, pero todo el mundo  dio la cosa por sabida, y nadie me hizo el menor caso, hasta que llego Sindo, con el que retomé nuestra última conversación. En un “aparte” me invitó a ir a su casa, el siguiente  fin de semana, para enseñarme su taller y demostrarme sus investigaciones.
-Eres muy joven- me dijo-  y llegarás a vivir experiencias, que nunca hubieras podido imaginar. Como se de tus inquietudes, si no tienes otra cosa mas importante que hacer, el próximo fin de semana te lo dedicaré. Me gustaría que te acercases a mi casa, el próximo sábado  a primera hora de la tarde y allí te contaré...
  Se que el resto de la semana estuve impaciente,  esperando la llegada del sábado, para conocer la misteriosa casa de Gumersindo, a la que muy pocos habían tenido  acceso.
Después de comer, me encamine a ella, situada en un altozano, pero oculta en medio de un bosque de castaños, robles y abedules.
Me estaba esperando  en el exterior,  acompañado de su fiel “Lobezno”, un pastor alemán, de más de 5 años, que me recibió con alborozo. 
En el interior, un gran salón luminoso y confortable, aparentaba un gran desorden, aunque pude comprobar que sabia donde estaba cada cosa. Las paredes cubiertas de estanterías llenas de libros, carpetas y  papeles; muchos papeles. Una  vieja columna musical, en un rincón, y un gran ordenador, para su trabajo de arquitecto e investigador, destacaba frente a un gran ventanal.
Pronto retomó la conversación, inconclusa pocos días antes, sobre la posibilidad  de ver y de oír, todo lo ocurrido en el pasado.
- Te puedo asegurara Ramón, que estamos en condiciones de que, muy pronto podamos escuchar los conversaciones pronunciadas en el pasado, aprovechando el retraso con que nos llegan los  sonidos.
Me llevó a la buhardilla, en donde, frente a una amplia mansarda, tenia dos magníficos telescopios, uno de ellos astronómico, y una antena  parabólica, con lo que según me dijo esperaba captar imágenes y sonidos, “procedentes  del espacio, en donde algún cuerpo celeste, actuando  de espejo o pantalla, los hubiese reflejado, reenviándolos hasta nosotros, días, meses o incluso años  después de haberse producido, y que mediante un simple amplificador  podríamos  percibir”.
 -Bastará- me decía-  estar a una distancia muy grande, para que los estímulos sonoros lleguen hasta nosotros con el suficiente retraso,  para así poder oír lo que se dijo en el pasado.
Me aseguró que mantenía permanente contacto,  por video conferencia, con su intimo amigo Rubén, compañero de estudios y numero uno en su promoción. El Prof. Rubén Bahamonde, que era Catedrático, había dejado la docencia para dedicarse exclusivamente a la investigación. Había sido designado Presidente de la Sociedad Geográfica Ibero-Americana Francisco Hernández, con sede en Almería, donde había instalado un  modernísimo equipo, en el Pico María de unos 2000 m. de altura. Contaba con  avanzados sistemas  de radiotelescopios y un complejo informático, que les permitía recibir y transmitir ondas electromagnéticas, para estudiar la Tierra y el espacio, en estrecho contacto con equipos de investigación de todo el mundo.
 Aunque en aquel momento, no pudo comunicarse con el Prof. Bahamonde, me aseguró ser su mas estrecho colaborador, con el que intercambiaba diariamente información, y asegurarme,  con estas palabras:-“estamos próximos a lograr, no solo la recepción de imágenes del pasado, reflejadas en determinados cuerpos celestes, sino a percibir el lenguaje con la suficiente claridad, de modo que podamos enterarnos, de todo lo ocurrido en otros tiempos, - para continuar; -de tal manera, que en cuanto conseguimos amplificar las ondas reflejadas en los cuerpo celestes, localizados a decenas o centenares de años luz,  o en satélites artificiales instalados a tal efecto, podremos oír y ver lo que ocurrió hace días, años o siglos, de un modo parecido, a como ahora  estamos recibiendo imágenes muy lejanas, de lo que ocurrió a estrellas o planetas hace millones de años, y que en la actualidad algunas de ellas ya no existirán.
Además, por otra línea de investigación,  “estamos” tratando de conseguir, que los sonidos se mantengan circulando, durante años, en torno a La Tierra, por un corredor o pasillo espacial, a lo largo del  tiempo, y así tener la posibilidad de que accedan a ellos, en el futuro; rescatando a voluntad, aquellos sonidos antiguos, que se  quisieran percibir.  
Estoy convencido- me decia,- que lograremos adecuar ese pasillo espacial, a una altura de unos 10.000 Kms, en la Exosfera,  que  mantendría  a los sonidos girando en una  trayectoria circular, que  controlaríamos aprovechando la fuerza de la gravedad atractiva,  en equilibrio con la energía oscura expansiva.
 Ya hemos logrado -decía en primera persona, aunque en plural, - mantener los estímulos sonoros circulando en esa trayectoria, hasta un millón de veces, de tal modo que podemos conservar las voces archivados, pero solo durante un año.  Quizá se deba, a que a los 365 días, al reiniciar la Tierra la siguiente orbita elíptica alrededor del Sol, se nos debe de estar  distorsionando el pasillo espacial, aunque lo estamos tratando resolver, para que no se  pierdan los sonidos almacenados.
Otro problema pensaba yo, es que :-¿si la luz y el sonido  van a distinta velocidad, nos llegaran separados?.
  -Por supuesto, pero eso no deja de  ser un  problema menor. La dificultad solo está, en recibir  con claridad las imágenes y los sonidos, pues una vez conseguido, lo que me planteas, seria simplemente el problema de sincronizar los estímulos sonoros y los luminosos, para percibirlos simultáneamente.
Había quedado  impresionado con las fascinantes teorías de Gumersindo, sobre la posibilidad, de que cualquier día, no muy lejano, pudiésemos llegar a ver y oír el pasado, y si me apuran hasta viajar al futuro.
 De camino a casa, entre de nuevo en mi realidad, para disfrutar de algo tangible, el maravilloso paisaje de la Ria de Villanueva, que eso si, tenia a mi  alcance.  

                                                                                    JOTAPE


jueves, 7 de junio de 2012

XVI- Telescopio al Pasado . (TRILOGIA : I )


 Trilogia  (I)      
                  
                             XVI

           telescópio  AL  Pasado


            

                                  A MI HIJO,  con profundo agradecimiento por haberme hecho recordar los fantasticos cuentos del abuelo. 

Como todos los lunes, me encontré a primera hora de la tarde con D. Gumersindo, que estaba esperandome en la puerta de la Botica, para que le conmentase las ultimas novedades del fin de semana. 
 Sin  embargo, ninguno de los cotilleos que pretendí contarle mereció su interés.     Siempre suele mostrar mucha su curiosidad, pero solo cuando ocurre algo  verdaderamente fuera de lo ordinario, presta atención a mis relatos.
Le dije que el domingo habia estado en la verbena, hasta la madrugada , y que los amigos me habian acercado en su coche hasta mi casa, pero  debia de estar tan cansado  que incomprensiblemente, antes de llegar, me  quedé profundamente dormido.
Inmediatamente cambiamos de tema,  y empezamos a hablar de lo que nos resulta, a ambos, más interesante: “lo inverosímil, nuestras fantasías”.
Por eso se sintió muy satisfecho,  en cuanto  le pregunté- ¿como es posible, que cuando vemos alguna estrella muy lejana, esa luz que percibimos se pudo haber producido hace mucho tiempo?.
-Eso es muy sencillo. Si bien la luz de las estrellas, viaje a muchísima velocidad, tarda un tiempo en cubrir la distancia que nos separe de ellas, de tal modo que cuando llega  a nosotros puede hacer  días, meses o incluso centenares o miles de años,  que se ha emitido, y aunque la estemos considerando como algo actual, es  posible que en el instante que la estamos percibiendo, la estrella que la proyectó ya no exista, y haya desaparecido.
En ese momento llegó D. Manuel, del café, acompañado de dos contertulios. La existencia de público, dio más ánimos a Sindo, que algo  acalorado, empezó a desarrollar con apasionamiento algunas de sus ideas.
 -Le estaba comentando a Moncho, -continuó diciendo- las posibilidades que nos ofrece la transmisión de la luz.  Le decía, que la luz, aunque parezca que nos llega instantáneamente, tiene cierta velocidad y tarda un tiempo en llegar hasta nosotros. Por eso,  aprovechando ese retraso, podríamos percibir escenas, que hace muchos años se desarrollaron  en La Tierra. Bastaría con que estas se hubieran reflejado en una espejo, situado lo suficientemente lejos para que una vez reflejadas tardasen tanto, en regresar  hasta nosotros, como para que ahora, desde nuestro presente las pudiéramos estar contemplando, cuando se estaban produciendo.
-¿De que espejo nos hablas? -pregunta Genaro.
-Ese espejo, podrá ser cualquiera de los  millones de cuerpo de celeste, con capacidad reflectora, que existen en el espacio.  Os puedo asegurar, que esta muy avanzada la búsqueda de superficies reflectantes suficientemente alejadas, a las que indudablemente han llegado las imágenes de la Tierra.
 Mucho antes de lo que pensáis, podremos ver acontecimientos como el destello de las dos bombas atómicas sobre  Japón en el año 1945, que se han reflejado en la superficie de cuerpos celestes,  situados a  una distancia de 40 años luz, y que unos 70 años después, estamos a punto de percibir su reflexión, permitiéndonos llegar a observar la realidad de aquellos terribles sucesos.
 Así mismo, en cuanto consigamos recibir  reflejos de cuerpos celestes más lejanos, podremos conocer la historia completa de nuestro planeta.
 -Entonces ¿podríamos llegar a ver el descubrimiento de America?- le pregunto.
-Por supuesto- se apresuro a confirmar Sindo,- además en este momento, dispongo de datos facilitados por prestigiosos científicos, que ya tienen muy avanzadas sus investigaciones, y que en otra ocasiones os detallaré, hasta donde me han  informado.  
-Estoy enterado de que se han encontrado muchos planetas extrasolares, entre los que destaca el HAT-P-7b a una distancia de  1000 años luz, el Kepler-16b a unos 200 años o el Tau Boötis-b a 50 años, que podrán llegar a servir de espejos reflectores, aprovechando la concavidad de los  gigantes cráteres, que algunos de ellos poseen, provocados por el impacto de gigantescos meteoritos.
De ese modo, podremos llegar a ver reflejados en las pantallas de nuestros telescopios, todos los sucesos ocurridos en el pasado.
-Había quedado encantado de las explicaciones de Gumersindo,- pensaba Moncho- en la posibilidad, de que en un plazo relativamente corto, se pudiera llegar a ver el pasado de La Tierra, gracias a haberse reflejado en los astros, la luz de sus imágenes, hace decenas o miles de años.
Además -añadia- no será difícil instalar “satélites espejo”, como se ha hecho con radiotelescopios, satélites, sondas y estaciones  espaciales, situados a distancias precisas, para lograr visualizar  determinados hechos.
 Ajustando distancia y velocidad se podrán  escoger aquellas escenas, que hace  años se hubiesen producido en la tierra, logrando contemplar como sucedieron en el momento que se estaban desarrollando.
-Entonces, ¿de ese modo podremos prevenir y evitar las grandes catástrofes, como explosiones incendios, tsunamis,  etc.? - sugiere D. Camilo.
-No, eso no; por supuesto que no, –se apresura a decir Sindo, ‑ nosotros podremos ser espectadores del pasado, pero no estaremos allí para actuar sobre lo sucedido, solo visualizaremos pasivamente, lo que ya ha ocurrido, pero sin poder evitarlo, ni modificarlo.
 -De todas formas, será maravilloso lograr ver la historia sobre una pantalla, en lugar de  tener que estudiarla en un libro—comenta Moncho.
-Por supuesto,  y con toda realidad.
-¡Hasta mañana!.
 Mas de uno va a dormir muy poco esta noche, meditando sobre las fantásticas “realidades”, con que nos ilustró Gumersindo;  que lleva muchos años en  el  pueblo, sin haber necesitado volver a pasar por el Sanatorio psiquiátrico.
                                                     
                                                         JOTAPE