martes, 18 de septiembre de 2012

XIX- Boda en la Tribu.

                                   XIX

                      BODA EN LA  TRIBU

                                  

                          


        

     Había pasado cerca de un mes desde que Ramón saliera del Hospital. Se lamentaba de que D. Manuel no lo quisiera ver por la Farmacia. Era  porque una vez allí, pretendía trabajar en el Laboratorio de la Rebotica, aunque todos le insistían que debía de descansar, para recuperarse por completo.  
Ahora tenía tiempo para recorrer todas las tertulias de Villanueva. Nunca dejaba de visitar la Zapatería de Evaristo, en donde siempre era muy bien recibido.
-Boos días, Monchiño. Dentro de pouco vas a ter que volver a traballar. Has mellorado moito,  e cada dia que pasa pareces estar mais nervioso; sei que tes necesidad de estar  entr´os frascos d´a Botica, facendo xarabes, pildoras e supositorios.
Evaristo, cuando quería expresarse con gran afecto, gustaba de usar el lenguaje gallego de su esposa, que sentía como el más entrañable.
 Llega Dª Antonia, que viene a recoger los zapatos, para tenerlos a punto el día de la boda de su sobrino.
-Buenos días Evaristo. ¿Se habrán enterado de que se casa mi sobrino, el hijo de mi hermano.
-Por supuesto Dª Antonia. Nadia habla de otra cosa en el pueblo, todo el mundo está enterado de la noticia; de que él es ingeniero y se casa con una chica arquitecto. Ya ve, para que luzcan ese día, le he dejado los zapatos como nuevos, limpios y brillantes. No quería que quedara descontenta de mi servicio, sabiendo que tendrá que ir muy elegante a la ceremonia.
-No lo crea, porque hoy día estos jóvenes son muy raros. Dicen que la  boda es cosa de ellos,   y que la van a celebrar con sus amigos. Así que la organizaron, a su modo.
-Como debe de ser -comenta Ricardo -¿porque van a intervenir los padres?.
 Casi todos opinan lo mismo. Por eso la voz  unánime, es de que el matrimonio es cosa de los novios  y deben de celebrarlo, (o no) como mejor les parezca.
-Eran otros tiempos en que los padres decidían y los novios, sobre todo la novia, prácticamente no intervenían.
-Mucho antes era aun peor, -comenta Antonio     -porque a la mujer no se la consideraba. Incluso en   algunos lugares,  para darle valor a la novia había que “aderezarla”, con una dote, que podría ser desde dinero o propiedades, hasta un rebaño de ovejas o una pareja de camellos.
 -Por fin las cosas han cambiado para bien, aunque solo sea en Occidente, y en la actualidad la boda es de los que se casan.
-Efectivamente, hoy día, “la boda es cosa de ellos”. ¡Pero no al cien por cien! - enfatiza  Evaristo,  dispuesto a  abrir la polémica.
¿Como dices? ¿En que estas pensando?,-interviene Ricardo.
 -Quiero significar, que para mí la boda no es solo cosa de ellos. Tiene un significado muchísimo mucho mas profundo, que no se puede banalizar.
 El matrimonio tiene un componente biológico  e histórico, que es esencial y le imprime carácter.  Por eso, nada mejor que os lo cuente como un cuento de una tribu.
 -¡Hay Evaristo!, que cosas mas raras me dices, con eso de la tribu o los indígenas -comenta Dª. Antonia –me parece que no te voy a entender.
-No va a ser así. Si se lo relato, como “en  una parábola”, estoy seguro de que le va a gustar, aunque no me den todos la razón: Érase una vez una  tribu, que para su seguridad, mantenía agrupadas sus familias en un poblado, situado estratégicamente, para defenderse y ayudarse.
Los jóvenes tenían un comportamiento, mas o menos libre, sin responsabilidades, hasta que les llegara el momento de constituirse como pareja  estable dentro de la comunidad,  con vistas a la procreación, “que solo eso es el matrimonio”, ya que la satisfacción o placer del casamiento, se puede conseguir y seguramente ya lo habrían alcanzado, sin necesidad de casarse.
Llegado el  momento, del matrimonio deseado o impuesto, alguien representativo, sin duda los padres, comunicarían  la incorporación de una nueva pareja a la tribu y su desvinculación de la vieja familia. Requerirían la aceptación del grupo tribal, que apoyaría el establecimiento de una nueva familia. Como signo de aprobación, obsequiarían y ayudarían a los recién incorporados. La nueva situación seria ratificada, con alguna ceremonia festiva, dado que el incremento de los futuros miembros  de la tribu, con la procreación, proporcionaría a la misma su fortalecimiento y el poderío general de todo del poblado.
-De todas formas, ¿no se porque tanta complicación? -interpela Fernando -si hoy día en los tiempos que corremos, el matrimonio es cada vez mas, cosa de ellos.
-Pues tanta complicación, como tu dices, es porque el matrimonio es mucho mas de lo que crees, muchísimo mas…………,- interviene Gumersindo- y es porque debes de considerar, que el matrimonio, la reproducción, no es solo cuestión de ellos, ya que es esencial, para que se conserve nuestra  especie sobre la Tierra. Además hemos de  tener en cuenta, que los seres humanos nacemos totalmente inválidos, y por muchas vueltas que le deis, desde la concepción hasta los 6 años, (por poner una fecha), no seriamos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, si no tuviésemos la ayuda de nuestros progenitores, las madres en primer lugar y los padres también. Sin sus atenciones la especie humana se extinguiría en una generación, sin necesidad de bombas, epidemias o meteoritos. Muchos peces, ofidios, arañas o insectos salen del huevo con capacidad de  sobrevivir por si mismos. Los mamíferos en general, y sobre todo los hombres, solo sobrevivimos gracias a los cuidados  de nuestros padres.
 Efectivamente -interviene D. Felix- la especie humana mantiene su existencia sobre La Tierra, como cualquier mamífero, por la fecundación, por las fusión de los gametos, para estructurar un cigoto o huevo, que inmediatamente adquiere autonomía fisiológica, evolucionando hacia una morulo, blastula y gastrula, que tras nueve meses, culminará con el parto de un ser humano, pero que en el caso particular de nuestra especie, no se vale por si mismo.
Por eso los padres, por instinto, como cualquier animal, sienten la necesidad biológica de proteger a los hijos, que la pareja ha engendrado.
Pero, ¿que  tiene que ver eso, con que hoy día los chavales se quieran casarse a su modo?
- Eso es -enfatiza  Gumersindo,- porque el matrimonio es ademas, mucho mas que un contrato bilateral; ”no es cosa de dos”. Cuanto menos es un contrato a tres bandas, en el que alguien, como la comunidad, ha de tener prevista la protección de esa parte, invisible, pero esencial, que debe de surgir del enlace matrimonial, ya que de otra forma, como alguien ha apuntado, la unión  será cualquier otra cosa, pero no un matrimonio.
Por eso la Autoridad tiene que estar presente en todo acto conyugal, no solo para ratificar el mismo, sino sobre todo, para responsabilizar a las parejas del compromiso inalienable que adquieren para con los seres, que biológicamente deben de nacer de esas uniones, a los que  obligatoriamente han de cuidar, proteger y educar, impidiéndoles así que en el futuro  pudieran pretender anteponer  intereses egoístas al bienestar de los hijos.
-Por eso,- interviene D. Nicandro, intuyendo la posibilidad de ”sacar tajada” - el matrimonio debiera de ser un contrato  a tres bandas, en que la autoridad proteja los derechos  de los contrayentes y al tiempo, de forma inequívoca, los de los hijos  que  van a nacer...., y aun diria mas :siendo el matrimonio un contrato a tres bandas, y los hijos la parte mas desprotegida, ha de ser la autoridad la que asigneel hogar conyugal a ellos, y no a cualquiera de las otras dos partes. De tal modo que sean los hijos, quienes sin abandonar el hogar conyugal, reciban daria, mensual, o anualmente a "su u sus" tutores, para que los cuiden, atiendan y protejan, sin tener que andar paseando, de casa en casa, como el marrano de La Alberca.                                    
-Ya voy entendiendo sus puntos de vista, y en cierto modo empiezo a estar de acuerdo, - dice Moncho -aunque lo moderno sea otra cosa, no sería tan malo anunciar, proclamar, participar, invitar y  celebrar: compromiso y matrimonio, pues  no es solo un contrato bilateral sino que es un contrato a tres bandas, un acto con gran  repercusión social, pero sobre todo, para perpetuar la especia humana, cuidando de los hijos.
 Todo eso no puede impedir que, por otra parte, antes o después, los recién casados decidan y realicen todas las celebraciones que deseen.
  D. Antonia, que solo prestó atención a lo que le mas le interesaba, se despidió satisfecha, segura que dentro de un año, tendría que volver a pedirle a Evaristo, que le pusiera a punto los zapatos, para el bautizo de su primer sobrino-nieto.                 

                               JOTAPE

                                 

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