domingo, 11 de noviembre de 2012

XX.- Incursión a Marte. (Capitulo 3º)

                            



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                        Incursión a  mÁrte 

                       (Capitulo 3º) 





              ……en  mi aparente soledad………      
           Mas que un simple observador, me sentía como si realmente hubiera viajado a Marte. Con la avanzada tecnología alcanzada, embutido en mi traje de exploración, que con sus “infinitos” sensores, me permitía vivir aquella observación, como una exploración real, moviéndome con total libertad, tan lejos de donde verdaderamente me encontraba.
 Sabía que estaba seguro. Continuaba  en La Tierra, en mi modulo de observación, controlado por un gran equipo técnico, y aunque permanecería en esas condiciones unas 6 u 8 horas,  me durarian 8 días.
-No acaba de quedarme claro,- le tuve que interrumpir,- ¿como es posible eso?.
-Realmente no te debiera de parecer  difícil de entender; teniendo en cuenta que con el acelerador de partículas se consigue que el tiempo alcance una velocidad tan asombrosamente  grande, que la observación realizada durante unas horas se pueda alargar o acortar meses o  años. Es algo similar a lo que  pasa cuando soñamos;  que nos cambia tanto la noción del tiempo que se  puede soñar durante la siesta de media hora, algo que parece estar  ocurriendo a lo largo de un viaje de varios días.
- Te decía, que desde mi  punto de observación, me sentía ansioso por inspeccionar aquel nuevo mundo, aparentemente vacío y solitario que se presentaba ante la vista.
  Pronto inicie la “exploración”,  descendiendo por un camino tortuoso, excavado  en una tierra arcillosa, y me encaminé  hasta lo que parecía un canal o cauce de un río, hoy seco y  con restos de piedras y profundos socavones, que atribuí en un primer momento, al posible impacto de meteoritos, o piroclástos y bombas volcánicas, expulsados por la montaña en erupción que se veía en la lejanía. 
Al alcanzar los primeros montículos,   pude percatarme de  la existencia de pequeñas aberturas o pozos, como entradas de grutas o madrigueras.
 ¿Qué podrían ocultar?. ¿Habría seres vivos?. ¿Serian peligrosos?.
A pesar de mis infundados temores, decidí tratar de “introducirme” por aquellas ranuras de medio metro de ancho, recordando que era el equipamiento de mi traje de mantenimiento, lo que me hacia sentir, como si fuera yo, quien realmente  caminara, y penetrara por aquellos reductos.
 “Llegué” a un estrecho pasadizo, por el que tuve que continuar agachado  durante varios metros.
Lentamente, en la penumbra “recorrí” tortuosos corredores, que se bifurcaban a distintos niveles. Sin embargo, pronto empezaron a  iluminarse por la extraña “fluorescencia” que desprendían las paredes, lo que me permitió orientarme con más seguridad, cruzando  pequeñas estancias. A medida que me adentraba, empecé a oír ruido, un mormullo ininteligible, que poco a poco se fue haciendo más intenso e inquietante. Avancé despacio, sigiloso, desconfiando de lo que me esperaba. No podía dominar la ansiedad que me empezaba  a agobiar, aunque sabía que permanecería invisible, para los posibles seres con lo que me pudiera encontrar, ya que era un simple observador, y desde otra época muy lejana.
Con cautela, tras otra larga galería, llegue a  lo que parecía un amplio salón, de techo mas elevado, al de accedían pequeñas habitaciones laterales, en torno a aquella gran estancia.
Quedé entonces  aturdido, por el alboroto que causaban unos seres de pequeño tamaño, que no paraban de moverse agitados, con un griterío ensordecedor. Me sentí sobrecogido, desconcertado por el inesperado y sorprendente espectáculo, embargado por la emoción que suponía para mi, el estar logrando “el descubriendo  de los primeros seres vivientes de Marte”, que observaba con  asombro y fascinación.
Nunca había pensado, que en tan poco tiempo pudiera  haber llegado a hacer ese gran hallazgo.
Estaban reunidos, vociferando  exaltados, en medio de una gran algarabía. No entendía lo que decían, ni el motivo a su excitación.
 Sin embargo albergaba la ilusión, de  comunicarme con ellos y de enterarme de lo que allí estaba ocurriendo.
Tenía la esperanza, de que  seguramente llegaríamos a entender su lenguaje, y aunque no nos oyesen, podríamos hacerles llegar nuestras palabras, de modo que invadiesen su pensamiento, como “ocurrencias”, a las que nos  contestarían con  reflexiones internas, que nosotros captaríamos y traduciríamos.
  Parecía  lógico, que nuestra  mente humana con cien mil millones de neuronas, y la de ellos seguramente con una capacidad parecida, estuviesen en condiciones de que pudiésemos  establecer ese tipo de comunicación.
 -Pero bueno. ¿Como son ellos?, ¿Que aspecto tienen?...¿Pudiste llegar a saber como vivían?.... ¿Son agresivos o te parecieron pacíficos?... ¿Cuantos años viven?.... ¿De que se alimentan?,.. ¿o alimentaban?...
 -Con calma..., “de una en una”...
  Si tú estás impaciente por saber, yo también lo estoy por contarte; pero es tanta la información que tengo, que me va a ser muy difícil de resumir apresuradamente, sin que me des descanso.
 Piensa otra vez, que aunque mi “viaje” duró solo seis horas, por los relojes de la Tierra, la realidad practica es que, como la observación la hice a  unas velocidades superiores a las de la luz, realmente estuve viviendo en Marte, el tiempo equivalente a una semana marciana, algo mas larga que la terrestre, ya que los días marcianos, duran casi 25 horas.
  Antes de nada, retomaré el hilo de mi relato.
 A mi llegada, como te trataba de contar, me encontré con un grupo de aquellos  extraños seres bulliciosos y  exaltados, formando una gran algarabía. Todos eran de baja estatura, que no sobrepasaría el metro  y medio. Tenían en general una morfología corporal parecida a la de los humanos; eran bípedos y caminaban más o menos erguidos.
 Llegué a comprender que celebraban entusiasmados, una gran victoria contra sus enemigos. Comentando satisfechos las incidencias de la última batalla contra los invasores, sus vecinos los machos de la raza Lambda, habiendo tenido  que pasar meses de asedio y sufrimientos, encerrados en lo más profundo de sus refugios.

  Todo el mundo trabajaba en fábricas y laboratorios, dominaban la química, la física y la minería, habiendo llegando a acumular gran cantidad de metales nobles y piedras preciosas. Bajo sus refugios cultivaban hongos, producían licores, levaduras, quesos, antibióticos y alimentos fermentados, aprovechando la materia orgánica vegetal, que recolectaban en la superficie.
  Me sorprendió saber, que han conseguido dominar la energía de los rayos gamma, que unida a la que obtenían en las prospecciones  del subsuelo, les permitía tener una capacidad energética importantísima.
 -Tengo tanta  curiosidad que no puedo menos que volver a interrumpirte.     ¿Cuántas razas conociste?. ¿Que diferencia hay entre machos y hembras?.
  - En Marte, hubo muchas especies de primates marsupiales que alcanzaron un desarrollo intelectual significativo, todas con una estructura corporal parecida a la de los humanos, aunque de menor tamaño, como los que pude observar en el primer momento.
 En un principio las diferentes razas vivían aisladas unas de otras, pero con el tiempo al irse extendiendo y ocupando todo el planeta, algunas se fusionaron, mientras otras fueron absorbidas o quedaron diezmadas hasta desaparecer, como consecuencia de enfermedades o por enfrentamientos en luchas territoriales.
   Dentro de cada especie, siempre tuvieron un significativo dimorfismo sexual, y supe que existió cierta promiscuidad o interrelación, entre las  distintas razas.

   El grupo racial que  yo conocí, al “llegar” a Marte, era el Beta, constituida por  hembras dolicocéfalas de hasta 20 kgrs. de peso, y machos Tau, obesos, pero de apariencia mucho mas débil, con un  peso inferior a los 15 kgrs y largas extremidades. 
  Los grupos familiares constituian una estuctura social matriarcal, formados por varias hembras de diversas edades, bajo el control de una matriarca dominante, y uno o varios machos, siempre procedentes de otras familias, seguramente para evitar la consanguinidad. Estos machos que se sabian diferentes y se sentian necesarios, mimados por las hembras, llegaban a creerse los caciques y patriarcas, aunque realmente estaban solo a disposición de ellas, que eran quienes los escogian, cuando decidian atrarelos y utilizarlos. Eran ellas las que les hacian creer que tenian toda la autortidad, para asi mantenerlos realmente sometidos a su absoluto control, manejarlos y "utilizarlos" a su antojo.
  De ese modo, ellos se sentian satisfechos, disfrutando de ese sentimiento de autoridad, que ellas les provocaban.
   Todas las especies de "primates" marcianos habian estado constituidas por mamiferos marsupiales, con una bolsa mas desarrollada en las hembras, que crecia notablemente durante el embarazo, alcanzando un tamaño suficiente para dar cobijo  a una cria, que era la que solia nacer en cada parto.  
     La proporción de nacimientos venia a ser de  seis hembras por cada macho.
 Los embarazos duraban 5 meses,  y los hijos pasaban desde el vientre materno a la bolsa marsupial, prácticamente sin molestias, dado que el canal del parto y los órganos sexuales estában encima de la pelvis, separados del aparato urinario, situado por debajo, fuera de la bolsa. Los machos también tenían su bolsa marsupial, pero mucho mas reducida, que contenía los órganos sexuales, también separados del conducto urinario, también infrapélvico.
  Al mes de haber nacido, los hijos abandonaban el marsupio, pero como no estaban todavía  en condiciones de valerse por si mismos, tenían que continuar  dentro del grupo familiar, que los cuidaba y tutelaba hasta que llegase el  momento, en que, por el instinto de conservación de la especie, “sintiesen” la necesidad de reproducirse.
 Entonces las hembras tendían a formar  nuevas familias, con un macho externo,  mientras que los machos, que se consideraban liberados, habrían de ser aceptados por otras familias, en las que pronto se sentirían patriarcas. Muchas veces el grupo familiar estaba constituido por hermanas que disponien de uno o dos machos que se sentian protectores aunque eran ellas quienes tomaban las decisiones , siendo una hembra dominante loa que realmente gobernaba la familia.



 La alimentación era preferentemente vegetariana, pero siendo   omnívoros,  consumían también pequeños animales, leches, alimentos fermentados e incluso algunos  insectos.
  En general tenían una gran sensibilidad para la música y extraordinariamente  desarrollado el sentido del olfato, tanto que sorprendentemente solían reunirse durante horas, para disfrutar  de  verdaderos “conciertos” de aromas y perfumes.
   Pude enterarme de que eran religiosos. Creían en  el poder de una especie de Energia divina y en la inmortalidad, pero no de su alma, por transmigración, transformación o reencarnación del espíritu, sino en algo material y biológico permanente: la continuidad genética del individuo en sus hijos por toda la eternidad.
        En el amplio salón donde estaban reunidos, me acerqué.... 


                        (Continuará el Capítulo 4º)

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