DE VUELTA A LA REBOTICA
(II)
TERRIGENAS
o DIVINIDADES
La noche anterior le habíamos relatado a María
Reynante los misterios que encerraban los planetas de la estrella Gliese-581, habitados
por extraterrestres y los prodigios del fantástico espejo de la Rebotica.
Sin embargo, sus teorías
sobre la existencia de seres mitológicos próximos a nosotros, la posibilidad de
que el homo sapiens no representase la cima de la evolución de las especies en la Tierra y los prometidos
relatos sobre sus viajes nos tenían intrigados.
Parecía tan segura de si
misma, que ya algunos de nosotros empezábamos a pensar que sus teorías, pudieran
tener cierta realidad.
-Si
en la Tierra se
ha demostrado el origen de las diversas especies por evolución natural, desde
un tronco común -¿por que no admitís la posibilidad de que por otro camino
hubiesen llegado surgir criaturas con una
capacidad superior a la nuestra? -vuelve a insistir María. –Estoy convencida
de que es solo el orgullo humano lo que ha impedido aceptar que pueda haber otros
seres muy evolucionados, que al no haberlos podido identificar, prefirieron tachar de incultos y despreciar a quienes defendiesen
su existencia.
-No niego que fuese
posible, -comenta Gumersindo, que ya empieza a convencerse de que María pudiese
tener algo de razón,- y que ocurriese como en la fabula de la zorra y las uvas, que al no
poder alcanzarlas, las miraba con desprecio diciendo que no estaban maduras.
La reducida tertulia de aquel día prometía ser
muy interesante.
No debiera sorprenderos,- continua María- que solamente
aquellos pueblos que cultivaron su
potencial anímico-espiritual, fueron capaces de
conocer a aquellas criaturas que
habitaron la Tierra,
hace muchos miles de años, de las que se conservan como recuerdo signos y
señales gravados en sus lugares de culto. Había sido tal la capacidad alcanzada en su
desarrollo evolutivo, que su potencial energético, les había permitido “despegarse” de la corteza terrestre, extendiéndose
por todas las capas de atmosfera, como
peces en el agua.
Sus características, aunque
no se parezcan a las de los hombres, se ha
escapado de tal modo a nuestro conocimiento, que para tratar de describirlos
tenemos que echar mano del modelo que conocemos, de los humanos, describiéndolos
con: cuerpo, brazos, manos, pies, cabeza, y ojos, boca, etc.; a su “vida” como:
nacimiento, matrimonio, sexualidad, muerte,
etc..; y para explicar su conducta
y sentimientos, traducida a nuestra
lengua: angustia, felicidad, odio, afectos, instintos, amor, tristeza, placer, alegría, etc.
Como os he dicho,ellos no son seres ajenos, invasores, extraterrestres o
alienígenas, sinó ”Terrigenas”, criaturas
que han evolucionado en la
Tierra, del tronco común de la vida, que con gran capacidad energética
e intelectual, han gastado poco en masa corporal que seria relativamente insignificante, y que son “invisibles” a
nuestros imperfectos sentidos, incapaces de captar el espectro electromagnético
que generan y con el que se comunican.
-¿En que te basas para
hacer estas afirmaciones?- le pregunta D. Manuel.
-Tengo
pruebas que obtuve con gran esfuerzo y
que os iré exponiendo paso a paso.
-Ya os había
adelantado que hace dos años, después de haber estado en Méjico, me fui a Haití, en donde esperaba
conocer los rituales que allí practican,
llegados directamente desde Africa, cuna
de la humanidad, para poder participar
en alguno de sus ceremoniales “vudu” (RADA), y tratar de contactar con sus divinidades. No me fue fácil ser aceptada. Sin embargo, lo
conseguí, a pesar de tener la piel blanca, después de haberles contado mis
experiencias en Méjico, donde había estado con los indios Huichol.
Tuvimos que esperar a una noche negra de Luna
nueva, para la ceremonia, en la que con
la iluminación de una gran fogata, el sacerdote ”hougan”, trataba de llamar la atención de sus dioses.
La inesperada descarga de una fuerte tormenta
con intenso aparato eléctrico, fue la señal de que algo extraordinario estaba empezando
a producirse. Nuestro hougan, por fin había conseguido contactar con una deidad, él Loa Damballa.
Fueron
momentos terroríficos, cuando los asistentes tuvieron que revivir en un
instante todos los años de penuria y esclavitud por los que habían pasado sus
antepasados, y así por un camino inverso lograr “alcanzar” su anterior vida en
las llanuras africanas, de las que fueran reyes y señores, para de ese modo conseguir
ese contacto con sus “divinidades”.
Eran tan monótonos y sobrecogedores los cánticos de los
asistentes, que no tardaron en hacerme caer en un estado de aturdimiento. Fue entonces cuando empecé a sentirme confusa y angustiada, como
si un infinito poder me invadiera y lo dominase todo, penetrando hasta mi
interior. Sentí que “Algo” grandioso, me
estaba permitiendo alcanzar un estado especial e indescriptible, extraordinariamente
gratificante.
Desperté rodeada por los aterradores rostros
de aquellos fanáticos haitianos y fue el “sacerdote” vudú, quien me comunicó
que la divinidad suprema, Bondye, nos había visitado.
Había sido tan prodigiosa y estremecedora la
situación pasada que le creí, cuando me dijo que a pesar de conservar la virginidad, me podría haber
quedado embarazada.
Eran las propias divinidades de su Africa
natal, las mismas que con otros nombres también veneraban, los aborígenes
de la India,
China, Tíbet, Egipto, Persia o Perú, con
las que en más de una ocasión, cada uno de estos pueblos, tuvieron contacto. Son
las mismas que griegos y romanos consideraron dioses y héroes mitológicos, a los que describen atribuyéndoles
las pasiones, deseos, apetitos, instintos y pasiones, que tenemos los humanos, para
así poder entender su “vida”, como si fuera la de criaturas similares a nosotros.
Habían sido tan estremecedoras mis pasadas aventuras que, sin pensarlo mucho
tiempo, decidí regresar a España, buscando el apoyo y refugio de la familia.
Sin embargo me encontré con que desde el
mismo aeropuerto de Vigo me ingresaron
durante 3 meses en un Sanatorio psiquiátrico, donde conocí a Sindo.
Aquello
iba a ser una experiencia extraordinaria, quizá incluso mayor que muchas de las vividas con anterioridad.
Fue allí, durante las interminables “curas” de sueño que me aplicó un
ingenuo psiquiatra, donde desconectada de mi entorno, pude acceder a
situaciones de conciencia que normalmente tenia veladas, lo que me permitió
conocer la estrecha relación que había tenido con una Suprema Divinidad, que me
iba a permitir ser madre a pesar de mantener la virginidad.
Pude saber que: el propio Jupiter, “alter ego” del Bondye de los
haitianos, temeroso de que su celosa esposa Juno, conocedora de aquel nuevo
desliz de su enamoradizo marido, pudiera querer vengarse en nosotros, nos oculto
en aquél modesto Sanatorio, hasta que encontró el momento oportuno para que Esculapio
me retirase el hijo, que entregó a Mercurio, mensajero de los dioses, que lo transportaría
hasta los dominios lunares de Diana.
Marius hijo de María y Júpiter, había llegado a su nuevo hogar, en
la cara oculta de la Luna,
iluminada por el fulgor
permanente de las estrellas, donde habría de pasar por todas las situaciones
con las que se encontraría cualquier niño. Bajo la protección de Diana, se
educó junto a sus primeros amigos y el joven troyano
Ganímedes, recorriendo inimaginables bosques y llanuras repletas de extraordinarias
plantas y exóticos animales, compartiendo juegos infantiles, y desde allí
realizar largos viajes, en que Júpiter los llevó a conocer el Universo solar.
María que mantenía la esperanza de llegar a conocer a su hijo
“non-nato”, se sentía feliz, sabiendo que al haber sido generado por la más destacada divinidad,
gozaría de una eternidad feliz.
Nos
habíamos quedado estupefactos escuchando su fantástico relato.
Fue D. Candido quien con cierta sorna abrió
fuego.-Me parece interesantísimo todo lo que nos has relatado, sin embargo me
empieza a costar trabajo entender que en la actualidad nos vuelvas a hablar de
divinidades y de Mitología como de algo de real.
-Te entiendo y estoy de acuerdo contigo en
que no es así,- se apresura a responder María-. Efectivamente la vida de los
Terrrigenas o “divinidades” no es tal como os la conté; porque al ser tan
diferente de la nuestra, para de algún modo tratar de entenderla tenemos que parangonarla,
a la que sería si de seres humanos se tratase.
Y aun os diré más; en la actualidad, no valdrían
esos relatos, sino que para aproximarnos
mas a su realidad tendríamos que
utilizar otro lenguaje, imaginando a nuestros vecinos Terrígenas
situados en algo parecido al :
……………Ciberespacio…,
……con realidad virtual……, ……como seres interactivos……, ………con información intangible……,
……flotando en Internet……, ……con memoria RAM asombrosa……, ……una grandísima capacidad
de almacenamiento en GB……, …… un Software extraordinario……, ……codificando la información en el ADN……,
……siguiendo los fundamentos de la Bioinformatica………, ………y un largo etc.…….
JOTAPE
Pues oiga, me ha dejado intrigada. A mi me gustaría alcanzar ese conocimiento del meollo terrígena sin pasar por las curas de sueño. Terapia de psiquiatra vago, ya me dirá la gracia de tener
ResponderEliminaral paciente dormido, le da tiempo al del psiquiátrico de hacerse la manicura y hasta de pintar su casa.
También es verdad que si somos capaces de desarrollar la doble visión de la que hablan los místicos, quizás podremos alcanzar el conocimiento de entidades terrigenas y celestiales, sin usar otro medios que los de nuestra propia mente.
A ver si no tarda mucho en continuar la historia y aclara el asunto.
Buenas noches y saludos