jueves, 17 de mayo de 2012

XV-Las Tertulias de Villanueva

                        

           
             XV

        LAS TERTULIAS EN VILLANUEVA

                

   Desde  la galería del primer piso  se ve el mar, hasta la línea del horizonte.
    En el borde costero sobresale una hilera de afilados farallones, en los que durante el invierno rompen las olas, que llegan coronadas por flequillos desmelenados, dejando luego una gruesa capa de espuma blanca, que sobrevuelan cormoranes y gaviotas.
   Protegida por un espigón, el agua está encalmada en la  ensenada del puerto pesquero; cerca  una estrecha lengua de arena, hoy vacía y desangelada, se llenará de bañistas durante el verano.
    Mirando a lo lejos, adivinamos en el horizonte la larga silueta de un barco, probablemente un  petrolero, navegando hacia la refinería.
  De madrugada, en la penumbra del amanecer, saldrán rebasando la barra, unos pocos pesqueros de bajura. Hacia el mediodía, los veremos  regresar,  buscando el canal para evitar los acantilados que dificultan el acceso al puerto de refugio; llegan cargados con la pesca que entró en los trasmallos la noche anterior.
  La fachada sur de nuestra casa se eleva sobre los prados, que descendiendo suavemente hasta la playa, quedan protegidos del nordeste. Serán inevitable punto de reunión, durante las tardes soleadas del verano.
  A menos de un kilómetro, hacia el suroeste, destaca por su blancura sobre la verdosa cadena de cerros y montañas, Villanueva, un pueblo de poco mas mil habitantes; tranquilo durante el invierno; sin forasteros; apacible e intimo para su  habitantes; crecerá y despertará durante el verano, con la alegría contagiosa de los veraneantes, que quieren compensar en 15 días, los sinsabores de todo un año de trabajo en la ciudad. 
  Los inviernos son muy largos en los pueblos, así los que allí vivimos, tenemos la suerte de sentir que los días duran mas; la vida es mas larga que en las ciudades, donde agobiados por las prisas, con un trabajo monótono en la empresa, la fabrica o delante del ordenador; de casa a la oficina y de la oficina a casa, a la postre solo  les  queda un único recuerdo del mismo trabajo rutinario, monótono, repetido a lo largo del día, la semana  y el año, hasta la llegada de las  vacaciones.
 En los pueblos tenemos la posibilidad  de diversificar mucho nuestra actividad de cada día; contando  con  tiempo para trabajar, leer, pasear, descansar y soñar o imaginar: lo fantástico y lo imposible; conversando, aprendiendo, o discutiendo en alguna de las múltiples tertulias. Todos los habitantes solemos participar, de un modo u otro, en más de una. Por eso, durante el invierno, una parte esencial de la vida del pueblo son las tertulias, en la  Rebotica, la  Barbería, el Bar, el Banco o la Zapatería. 


   LA BARBERIA

                Si es tradicional la reunión en la Rebotica, podemos asegurar que lo es mas la de la Barbería,  en donde Carlos reúne a parroquianos y amigos que, con o  sin necesidad de sus servios, acuden  a diario, para enterarse de todas las novedades del pueblo, desde que desapareció del Periódico local el irreemplazable Noticiero de: Necrológicas, Bodas, Natalicios,  Sucesos,  “Los que viajan”,  etc.
  Hoy día, la primera noticia de un fallecimiento, de una boda, de un embarazo esperado o no, o de cualquier suceso, lo conocen antes en la Barbería, que alguno de los mas,   directamente interesados; no digamos, sobre todo, si se trata de una infidelidad, que se sabe  en la barbería, incluso mientras se está produciendo, y que servirá de tema prioritario de comentarios durante varias semanas.
   Además, Carlos nos ha dicho, que a él como a Julita, le hablan también las hojas secas, y así se entera muchas veces de lo que ocurren en el pueblo, antes de que llegue a oídos de cualquiera, incluido D. Teodosio, el confesor.
 Ayer nos dejó intrigados, cuando no nos quiso dar detalles, del relato de una osada hojita, que había volando hasta la Barbería, y le contó su última experiencia, cuando pocos días antes, formando parte de un ramo de novia, había acompaño, a cierta pareja de recién casados, aquella primera noche, en la habitación de su hotel, hasta cerca del amanecer. 




                 
   EL BAR 

         La tertulia del Bar El Mirador situado en el Parque, cerca del Ayuntamiento, también reúne a un  grupo de asiduos, al que se suman, algunas veces, compañeros ocasionales o transeúntes, que se incorporan cuando encuentran animada alguna discusión.
  Allí se habla de deportes, digamos de futbol, del que todo el mundo opina y aconseja con convicción, como  “entendido” y experto, aunque nunca haya tocado un balón.
   La política también suele ser tema de debate, del que muchos opinan, y con la que siempre alguno pretende sacar provecho. Conozco, sin embargo, a un  compañero de sanatorio de Gumersindo, que después de las guerras, hastiado de los políticos y de los “partes”, como siguieron llamando durante años a los informativos, “encerró” la radio bajo las faldas de la camilla, y no la volvió a encender hasta que su hijo, a los siete años, empezó a interesarse  por la música y las retransmisiones deportivas.
  Nunca falta el ingenio en la tertulia, y si no hay novedades se echa mano del último chiste recibido, que se atribuirá a cualquier vecino, ausente aquel día.
  Así nos contó Antonio, que fue D. Dionisio quien al empezar a desconfiar de la honradez de su contable, contrató a un detective privado, para que  lo vigilase en su trabajo.
 Bastaron pocos días para que el investigador le informase, con precisión:
   -“Su contable es muy eficaz en la oficina y rápido en el trabajo, para  de ese modo poder hacer una escapadita a media mañana, salir de la oficina, irse a su casa, tomarse una copita de su buen coñac, hacer el amor con su esposa, fumarse su buen purito y regresar mas relajado a continuar trabajando para la empresa.
 Esto tranquilizó a D. Dionisio que afirmó: -Muy bien, entonces no me debo de preocupar.
 -De todas formas, si me deja que lo tutee………
- Adelante, no faltaba más. Llámame “lo que quieras………”.
 -Solo lo tutearé, pero descuide que no le pondré otro calificativo.
  “Tediré entonces que: “el contable sale de la oficina, se va a tu casa, se toma una copita de tu buen coñac, hace el amor con tu esposa, fuma tu buen purito y regresa mas relajado, a seguir trabajando para la empresa”.

    Hubo una sonrisa general.
    Pero muy pronto se oye un: ¡Hasta mañana!,……  de la totalidad.

  Aquella noche, todas se sorprendieron, de que sus maridos llegasen a casa, mucho antes de la hora habitual.




  
   EL BANCO

           La tertulia del Banco es la mas pequeña, limitada y muy cerrada, a la que pocos tienen acceso.
  -Hay que tener mucho  cuidado,- suelen decir,-pues hoy día abundan los  ladrones, que pueden querer robar y aprovecharse, en cualquier descuido, de las personas mayores.
   Mucha gente se acerca, tratando de intervenir para tomar parte en la tertulia,  pero si no son personas muy conocidas no se le contesta o pronto se les despide con un correcto:-“Hasta mañana”. “Que le vaya bien”.
    Los habituales no suelen ser más de cinco, que son los que allí caben sin molestarse.
   Se habla de cualquier cosa, sobre todo de recuerdos, de alguna guerra, de viajes o incluso de viejos amores, y se cuentan hasta la saciedad aventuras de la emigración, en donde varios de los contertulios estuvieron.
   -Rememoramos, desde este banco del Parque, -dice D. Hipólito- nuestra juventud, viendo pasar a estas hispanoamericanas, que ahora nos visitan, y que siguen conservando aquel dulce “hablar”, que ya entonces nos   encandilaba, y que en nada se parece al que ahora tenemos que oír a nuestras jovencitas, que cruzan cerca, haciendo uso de un lenguaje repugnante:-  “coprogenital”, -como dice  D. Felix,-  tan maloliente que me obliga a taparme las narices.
    -Lo que me resulta mas triste- apunta Ramiro- es que esta forma de expresarse signifique para muchos signo de progreso y modernidad, en boca de cómicos faltos de ingenio, que se creen artistas; léxico del que lamentablemente se hacen eco los medios de comunicación, como si fuese una muestra de cultura, para luego irrumpir y pringar sin permiso, la sala de estar, en nuestros hogares  
  Desde el banco se controla a todo el que pasa.
   No hace mucho, al cruzarse D. Nicanor y su “secretaria”, con D. Valerio y su esposa, observamos como Dª. Herminia, bajó con arrogancia la cabeza, apartándose y simulando no verlos, tuvo que decir:
 -Valerio, parece mentirá que salga a la calle con ella; de secretaria nada……, es su amante. Todo el mundo los critica. ¿No se de donde la sacaría?.  Es fea y esta gordísima. Es muy ordinaria. Que mal gusto.
   -¿Es mucho mejor  la  nuestra, verdad?.-
   D. Valerio, sabiendo que desde el banco la habíamos oído, gorgoreó presuntuoso, y mirándonos de reojo, se hinchó como un pavo real.


 
    
    LA ZAPATERIA

                 Otra tertulia, quizá la mas importante, y de mayor calado,  es la de la Zapatería.
  Evaristo el zapatero, tiene una personalidad, reconocida en todo el pueblo. Es amigo intachable, penetrante observador, riguroso, integro e inevitable consejero.
  Nunca ocultó ser: -“Castellano viejo, con limpieza de sangre, oriundo de La Montaña, en Cantabria. Sus tatarabuelos en la época de los Alfonsos de Castilla, repoblaron  la Extremadura castellana, a orillas del Duero, en la Ciudad fortificada de Soria”.
   Haciendo el servicio militar, conoció a la que seria su esposa y se asentó en Villanueva.  
  Su zapatería es un local pequeño, con olor a cuero y betún, con una  ventana, que no da para escaparate. En la penumbra  del interior, se le vislumbra  en su pequeña banqueta; a un lado la bigornia y de frente la mesa con  la herramienta: leznas, agujas, cuchillas, martillos, rollos de cuero, hormas y zapatos a medio confeccionar. Contra la pared, un banco corrido, para los amigos y clientes.
  Como única información, cuelgan en el interior los restos de un rotulo, que algún día habría estado en la fachada, en el que se lee:


                                Z  A P A T E R I A   
                                  SE  CONFECCIONAN ZAPATOS A LA MEDIDA. 
                                                                                              (No  limpiabotas)
             
  El local, aunque diminuto y casi invisible, situado   frente a la Iglesia, es punto de referencia en el pueblo; tanto, que no hace mucho, un policía municipal al que un turista preguntó por el Templo, precisó:-¿La Iglesia?. No tiene pérdida; por esa calle, frente a la Zapatería de Evaristo.
   En la Zapatería, que alguien califico como  templo de la ciencia, se conserva en un discreto rincón, el teorema de Juanón, que demostró, grabándolo en las baldosas del piso su descubrimiento. Trazó sobre un cuadrado las diagonales para localizar el centro geométrico del polígono, y desde allí  con un simple compás, dibujo sobre los vértices, el circulo correspondiente, para dejar demostrado con incuestionable evidencia: “la cuadratura del circulo, sin necesidad de complejos cálculos  matemáticos”.
  Ante tan importante hallazgo, el astuto e irónico  Evaristo, no pudo menos que protegerlo, para su conservación o quizá mas bien ocultarlo, bajo un grueso tablón y las pesas de un viejo reloj de péndulo.
  Volviendo a nuestra realidad, hemos de resaltar que fue en la Zapatería,    donde escuchando de Evaristo, las aventuras del Nautilus, El viaje al centro de la Tierra, Cinco semanas en globo o De la Tierra a la Luna, le entró a Moncho la ilusión por los viajes y exploraciones, con el deseo de poder algún día, llegar a vivir situaciones parecidas.  De ese modo nació en él la afición a la lectura, de la mano de Julio Verne.
   Sin embargo, nunca habría alcanzado a imaginar, que en el futuro llegaría a protagonizar aventuras, aun más extraordinarias, gracias al espejo de la Rebotica, sobre las que cualquier día de estos, volveremos a escribir.

                                                                                  
                                                                                                                                                                                                                                     
                                                                              JOTAPE