miércoles, 18 de julio de 2012

XVIII-La Observación del Futuro.(TRILOGIA:III)


TRILOGIA  (III)

                                           XVIII

                  LA OBSERVACION DEL  futuro
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                            LA CUARTA DIMENSION

  

No  podía dejar de pensar en todo lo que me había visto en la casa de Gumersindo, y  sobre la posibilidad llegar a revivir el pasado, con Radio-antenas, Espejos y Telescopios, que  nos permitirían contemplar los hechos acaecidos hace meses o años.
Obsesionado con esas informaciones, me fui la tarde del domingo, a mi retiro de la Rebotica esperando encontrar en el   alguna explicación.
 Eran las cuatro de la tarde, D. Manuel estaría descansando. Aunque me oyese, no bajaría  a interrumpirme, pues sabia que algunas veces los días festivos me refugiaba allí, para estudiar, leer u oír música, con tranquilidad.
Aquel día, en silencio, me senté frente a nuestro espejo, concentrado en mis pensamientos.
No se el tiempo que habría transcurrido,  cuando en la penumbra de la Rebotica, me sorprendió una luz blanca, saliendo del espejo  que se transformo en un Arco iris con los colores del espectro, que pronto se difuminó, para convertirse en miles de brillantes burbujas de distintos tamaño y brillantes colores, que  giraban a mi alrededor.
   Me sentía transportado a  un fantástico mundo. Imagine que podría tratarse de los habitantes, de los planetas de la estrella Gliese, que en otras ocasiones se habían puesto en contacto con nosotros, a través del espejo “mágico” de la Rebotica.
    Para mi sorpresa, me hicieron entender que estaban enterados de las informaciones de Gumersindo. Por eso, empezaron a hablar de lo que me intrigaba: mi deseo  de conocer  la evolución de nuestra civilización.
    Me dijeron que no estaría muy lejos, el día en que desde La Tierra pudiésemos observar nuestro pasado, dado que las investigaciones que se estaban realizando con los  telescopios, sondas, radio-antenas, etc., estaban muy avanzadas y bien encaminadas. Esto sirvió para hacerme  pensar,  que muchas de las  fantásticas teorías de Gumersindo, podrían llegar a  ser una realidad en poco tiempo.
 Por eso, quise aprovechar la ocasión, para plantearles otra  de mis inquietudes, quizá la más ambiciosa: “el viaje al futuro”. Llegar a disponer de una maquina del tiempo para  conocer el “por venir”.
    -Realmente, en la actualidad,- me aclararon-  , eso seria para  los terrícolas una aventura inalcanzable, teniendo en cuenta el limitado desarrollo científico y tecnológico que habéis logrado.
   Antes vuestros investigadores, tendrán que cambiar muchos de los conceptos, que  hoy en La Tierra os parecen incuestionables.
 El camino  empezaría,  por que antes reconsideraseis el concepto de tres dimensiones,  para agregar el de cuarta dimensión, de la que ya  se viene hablando.
   Habitualmente, en la descripción de cualquier objeto, os conformabais con identificarlo por tres dimensiones espaciales,  lo que resulta demasiado  elemental, y si me apuras te diré que falso.
  No es suficiente considerar los objetos por su longitud, anchura y altura, sin tomar en consideración, el momento en que se describen, es decir su cuarta dimensión: la temporal.
    La dimensión temporal, cambiante en cada instante, es indispensable para definir las características de cualquier objeto.
 - Me resulta difícil de entender eso de la cuarta dimensión, que yo no veo nada claro – se atreve a opinar Ramón.
- Tampoco a mi me va a resultar fácil explicártelo; aunque a modo de ejemplo te diría, que es como si para describir un helado, lo definiese solo por las tres dimensiones, eso seguramente  estaría muy bien a la una y media, pero a las dos, ya no hay helado.
-¿Será porque me lo he comido?.
-Exactamente,  ya has considerado la   cuarta dimensión, la dimensión temporal, al estimar que una hora después te lo habrás comido, o la realidad del helado habrá desaparecido, convertido en una mancha de agua y leche, con algo de vainilla. 
Estimando el curso del tiempo, como la cuarta dimensión, lo podríamos representar, en una disposición longitudinal, con un antes y un después,  y un punto cero en el que estamos.
Hasta ahora, considerabais  que el tiempo se mueve a una velocidad  máxima pero limitada, que es la velocidad de la luz; sin embargo, si esta  velocidad se lograse superar, con los aceleradores  de partículas,  se conseguiría  hacer que nuestro  tiempo  discurriese a mayor velocidad que la luz, lo que nos permitirá adelantarnos a él, para poder observar  los acontecimientos del futuro.
Además, algún día esos  gigantescos aceleradores, lo mismo que os ocurrió con las viejas computadoras de varias toneladas, pasaran a tener el tamaño de  un teléfono móvil o  una calculadora de bolsillo. Entonces será cuando la tecnología permitirá, que podríais examinar,  todo lo que ocurrió antes y después de este presente.
 Representando esa cuarta dimensión temporal como una línea, que vista desde el  punto medio de observación en que nos encontramos, tendrá un antes y un después,  acelerando o retrasando la velocidad del tiempo,  podremos  observar lo que  “ocurrió” en el futuro, y lo mismo  en el   pasado.
  Así, gracias a esos avances tecnológicos, se podrá llegar a adelantar  o retrasar  el reloj del tiempo, para “vivir”: el futuro de nuestra Tierra de otros mundos en el espacio y su pasado.
-¿De ese modo tendremos la posibilidad de ayudar a la humanidad, interviniendo para modificando el futuro, y así evitar las  grandes catástrofes y cataclismos ?-    les sugiero.
 -Por supuesto que no; ya se te ha dicho, que eso de ninguna forma será posible, pues tiene que quedarte claro que, podremos observar los acontecimientos del futuro, que ya se produjeron, “lo que ha ocurrido”. Lo que vemos son hechos consumados, pero que ya se produjeron en ese futuro que solo observamos, y  que por eso, no pueden ser modificados por nadie.
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 Noté un pinchazo en mi brazo izquierdo.
Al abrir los ojos un foco me deslumbraba. Era la luz de un oftalmoscopio, con el que me estaba observando el neurólogo.
A mi lado, pronto identifique los rostros de alguno de mis amigos de la Rebotica, que con aparente zozobra, parecían sonreírme. A mí alrededor veía diversos aparatos, tubos, frascos de suero, y una guapa enfermera que trataba de tranquilizarme.
Se apresuraron a decirme que me encontraba bien, y que me estaba recuperando de un aparatoso accidente de tráfico, sufrido hacia 10 días, al regresar de la primera verbena de Villanueva, cuando de madrugada, me llevaban los compañeros a  casa.
Me dijeron que había estado inconsciente, con un cuadro de “delirium”, durante el cual no dejaba de  hablar.
Todos se congratulaban de mi mejoría, y se alegraban de la favorable evolución que estaba experimentando, tanta que de seguir así, me darían el alta en 24 horas.
Gumersindo, al que no había podido ir a ver a su casa el fin de semana anterior, había pasado varias noches sin dormir, pendiente de mi evolución; pero en cuanto los médicos le garantizaron, que mi recuperación se estaba consolidando, creyó que ya no era necesario, y  sin  hacerse notar, ni decir nada, se marcho a hurtadillas.        
                                                                  
                                     
Aunque este “despertar”, pudiera parecer un lamentable final para unas fabulosas historias, nos atrevemos a pensar, que es tal el avance que está experimentando la investigación, que quizá  debiéramos  considerar, que estos sucesos  fuesen  simplemente  el mejor  prefacio, de unas fantásticas realidades que, mas pronto que tarde, tendremos ocasión de vivir y relataros.  

                              JOTAPE

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